Nos divertiremos como niños en Disneylandia
Un mundo utópico gracias a la inteligencia artificial: ¿realidad o ficción?
En un futuro imaginado por el filósofo sueco Nick Bostrom, autor del ensayo Deep Utopia. Life and Meaning in a Solved World, la inteligencia artificial (IA) avanzada habría resuelto todos los problemas más acuciantes de nuestra especie. En este escenario, enfermedades, guerras, pobreza y cambio climático serían cosas del pasado y los humanos ya no tendrían que preocuparse por aspectos prácticos.
Una vida de disfrute, arte y entretenimiento
Bostrom argumenta que en este mundo ideal, nuestras vidas estarían dedicadas a disfrutar y convertirnos en intelectuales, artistas y vividores. Similares a niños en una permanente visita a Disneylandia, los humanos no tendrían que preocuparse por trabajar, mantenerse en forma o cuidar de sus hijos, ya que la IA se encargaría de todo.
El papel del ser humano en la «Utopía Profunda»
Esta utopía plantea preguntas filosóficas y espirituales importantes: ¿Cuál sería el objetivo de la existencia humana? ¿Cómo encontraríamos sentido en nuestras vidas si todo fuera perfecto y no tuviéramos nada que hacer?
Para Bostrom, el futuro nos llevaría a ser seres evolucionados que no se preocuparían por el desgaste físico e intelectual, ya que estarían respaldados por una superinteligencia de IA que lo sabe todo. No obstante, algunos expertos discrepan sobre si esta vida idílica sería realmente satisfactoria o si nos dejaría con un vacío existencial.
Cuestionamiento ético y humano
Críticos como Antonio Diéguez señalan que en un mundo perfecto la vida carecería de sentido, ya que perderíamos nuestra capacidad de luchar por un propósito o por el bienestar de los demás. Otros, como el novelista Emilio Bueso, plantean que en un mundo «resuelto», los humanos podrían terminar siendo seres acomodados y dependientes de un sistema que, en última instancia, podría generar desigualdad.
Religión y filosofía en la Utopía tecnológica
En esta utopía, la religión y la fe podrían mantener su lugar como fuente de consuelo y búsqueda de sentido, aunque quizás tendrían que adaptarse a esta nueva realidad. La filosofía, por su parte, seguiría siendo un campo exclusivo para los humanos, ya que las máquinas probablemente no tendrían la necesidad de cuestionar su propia existencia o encontrarle un sentido.
Conclusiones
Aunque el mundo utópico planteado por Bostrom es tentador, aún quedan muchas preguntas sin respuesta sobre cómo funcionaría y cómo afectaría a la naturaleza humana. Lo cierto es que la inteligencia artificial y la tecnología seguirán evolucionando y planteando desafíos éticos y filosóficos para la humanidad. Lo importante será encontrar un equilibrio que permita a las personas seguir encontrando propósito y significado en sus vidas, incluso en un mundo aparentemente perfecto.