Bots, algoritmos generativos y la teoría de la Internet muerta: Enrique Dans
Introducción
Según un informe de la compañía de ciberseguridad Imperva, casi la mitad del tráfico en internet proviene de fuentes no humanas, lo que indica que gran parte de la actividad en la web es generada por bots.
Los bots y su crecimiento en la red
Estos bots crean y consumen contenido de diversos tipos, desde actualizaciones en redes sociales hasta noticias en medios y música. Alimentan esquemas extraños basados en métricas difíciles de entender. A pesar de que muchas personas siguen interactuando con páginas y contenidos generados por humanos, los bots también intentan infiltrarse através de comentarios de spam y acciones similares. A medida que sus técnicas se vuelven más sofisticadas, es cada vez más difícil diferenciar entre la actividad humana real y la de los bots.
La teoría del «Dead Internet»
Estas cifras han impulsado la llamada Dead Internet Theory, una teoría conspirativa originada en los foros de 4chan que sostiene que gran parte de internet está compuesta por contenido generado automáticamente y una actividad incesante de bots. Según esta teoría, la existencia de bots y su manipulación mediante algoritmos tendría como fin principal controlar y moldear la opinión pública.
La línea que separa a los humanos de los bots
Ante esta realidad, surge la pregunta: ¿dónde se encuentra el límite entre lo humano y lo generado por bots? Si bien los humanos seguimos generando contenido, la posibilidad de utilizar la inteligencia artificial para mejorar nuestros textos o corregirlos plantea interrogantes sobre la autoría y autenticidad de los contenidos.
El impacto de la tecnología en nuestro entorno
Cada vez es más fácil crear cuentas falsas utilizando imágenes generadas con inteligencia artificial y propiciar la proliferación de suplantaciones y deepfakes. Esto lleva a reflexionar sobre el camino que llevamos y la corrupción del sentido común que da origen a estas prácticas. Al mismo tiempo, la actividad de los bots se vuelve cada vez más sofisticada y nos cuesta discernir si estamos interactuando con humanos o con máquinas.
La solución tecnológica: ¿una esperanza o una ilusión?
¿Es posible que la tecnología nos ayude a resolver estos problemas? ¿Serán los algoritmos del futuro capaces de distinguir deepfakes de contenidos auténticos, textos escritos por personas reales de los creados por algoritmos, y fotos reales de las generadas por inteligencia artificial? El desafío es enorme, y solo el tiempo dirá si seremos capaces de superarlo.